viernes, 14 de mayo de 2010

Breve descripción

Ese hombrecillo extraño enamorado de la soledad y curiosamente quiere tiempo para estar con todos sus seres queridos. Que viendo un atardecer en unas vacaciones en la playa decidió cuando analizaba su proyecto de vida que su felicidad se mantendría haciendo felices a los demás. Que tiene un enorme miedo de caer en la amibicón. Que teme a los compromisos, sin embargo crea agendas saturando su tiempo y querer ver a todos sus queridos. Que da tiempo para todos y deja el menor tiempo para él. Que creía ser egocentrista y le terminan diciendo que piensa todo en los demás antes que él. Le dicen que no sabe decir no, y acepta no saber decir no. Y eso tiene que ver con el que le molesta la gente que dice a casi todo no. Un niño en el cuerpo de un joven. Aventurero de corazón. Hombre de fe, religioso. Admirador de la naturaleza. Amante de los animales. Explorador de lo desconocido. Soñador, eterno soñador. Goza la comida. Disfruta ver gente feliz. Aprovecha el sufrimiento de otros para valorar lo que tiene. Obsesionado con el tiempo. Compasivo. Alguna vez fue ordenado, quiere volver a serlo. Cuida mucho sus cosas personales. Busca ultimamente ser más profesional en el trabajo. Peca en pensar constantemente en lo que piensan los demás... de él, de otros o de algo. Ama su trabajo. Confía demasiado en los demás. Demasiado juicioso. Detesta hacer sentir mal a alguien. Disfruta hacer reír a los demás. Teme tener complejo de protagonista, acepta que le gusta ser protagonista. Piensa que va a ser soltero por mucho tiempo.

Él.

viernes, 26 de febrero de 2010

Manual del Guerrero de la Luz


"Un guerrero de la luz estudia con mucho cuidado la posición que quiere conquistar.
Por más difícil que sea su objetivo, siempre existe una manera de superar los obstáculos. Verifica los caminos alternativos, afila su espada, procura llenar su corazón con la perseverancia para enfrentarse al desafío.

Pero a medida que avanza, el guerrero se da cuenta de que existen dificultades con las que no contaba. Si permanece esperando el momento ideal, nunca saldrá del lugar; es preciso de poco de locura para dar el próximo paso. El guerrero usa un poco de locura. Porque en la guerra y en el amor, no es posible preveerlo todo."

Paulo Coelho, "Manual del guerrero de la luz".

lunes, 18 de enero de 2010

La invidente

Buenas tardes Señora.- Contesta lo mismo. Sale la tripulación del avión. Saludos, abrazos, besos. Se van, y el Capitán le dice a la Señora: -¿qué dice? dejen de saludarse y métanme al avión-. La Señora solo sonrío. Estaba en su silla de ruedas, llevaba unos lentes muy oscuros y le calculé unos sesenta años de edad.
Llega el oficial de operaciones a avisar al Capitán y a la sobrecargo principal que llevaremos a bordo a una invidente. Que no hay restricciones para llevarla sin embargo en caso de una evacuación la sobrecargo principal se encargaría de su seguridad. Salí justo fuera del avión sobre el túnel por ella. Ahí estaba y estaba sonriendo. Sin ver. El muchacho que llevaba la silla de ruedas la intrudujo al avión y entre el y yo le dimos el brazo para que se levantara y junto con la otra sobrecargo la dirijimos para sentarse. "más atrás, un poquito más atrás, ahí, justo ahí".

Dicen que los sordos desarrollan mucho más su sentido de la vista, y del tacto. Los ciegos así tienen mucho más desarrollado su sentido auditivo y kinestésico. Con la sonrisa tan pura y la expresión en sus cejas y ojos que tenía la Señora puedo jurar que su estado emocional era más puro y más hermoso que el de cualquiera de los que estábamos a su alrededor. Fue hace dos días eso, y sigo acordándome de su sonrisa.

Me arrepiento de no haber ido durante el vuelo con ella a hacerle una sola propuesta: cuénteme la historia de su vida. Hubiéramos aprendido tanto de ella. Solo verla revelaba lo plena, lo madura, lo sensata, lo feliz que la Señora debe ser.

Y dices: cómo esa mujer, a sus años, sin vista, confiada en su pequeño bastón y su oído para guiarse irradia tanta felicidad. Se ha de imaginar cada ruido, cada voz, cada sonido, y fabricar la imagen en su mente... y estoy seguro lo disfruta.

Qué bendición que podamos ver. Tener la imagen viva, colorida, intacta de lo que oímos, de lo que sentimos, de lo que somos, de lo que nos hace sentir. Como a veces dejamos de valorar lo que tenemos. Lo que usamos. Con lo que vivimos. Algo tan importante y a lo que estamos tan acostumbrados como la vista, y sin embargo parecemos padecer tantas veces esa ceguera de amor, esa ceguera de las necesidades de los demás, esa ceguera de valorar lo que tenemos.

Volvimos a ayudar a esa mujer de su siento al asiendo de la silla de ruedas. Le pusimos su bolsa en su vientre, su bastoncito en una de sus manos. Dijo: -me le dan las gracias a los pilotos.- Solo sonreí, y antes de quedarme con las ganas le dije: gracias a usted. Y en mi mente hizo eco y repetí: gracias a usted.

domingo, 3 de enero de 2010

Puedo escribir

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
¡Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos!

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

¡Qué importa que mi amor no pudiera guardarla!
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Yo no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise..
Mi voz buscaba al viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Pablo Neruda